El puritanismo, un movimiento religioso que floreció principalmente en el siglo XVII en Inglaterra y en las colonias americanas, dejó una marca indeleble en la historia, destacándose por su rigurosa interpretación de la fe y su influencia en la cultura y la sociedad de la época.
Los puritanos, inspirados por la Reforma Protestante, buscaban una reforma más profunda y pura en la Iglesia de Inglaterra. Su énfasis en el estudio de la Biblia, la moralidad estricta y el rechazo de las prácticas litúrgicas que consideraban superfluas marcó una clara ruptura con la Iglesia establecida.
La vida cotidiana de los puritanos estaba impregnada de un fervor religioso inquebrantable. Veían cada aspecto de sus vidas como una oportunidad para demostrar su devoción a Dios. La jornada dominical, estrictamente dedicada al culto, era un pilar central, y cualquier distracción mundana era considerada como una desviación del camino recto.
La austeridad puritana también se reflejaba en su vestimenta y estilo de vida. La sobriedad y la modestia eran valores fundamentales, y cualquier extravagancia o indulgencia era vista con desconfianza. Esta mentalidad austera se extendió a la esfera política, influyendo en las leyes y normativas de las colonias puritanas en América.
La persecución religiosa en Inglaterra llevó a muchos puritanos a emigrar a América en busca de libertad religiosa. En la Nueva Inglaterra colonial, establecieron comunidades basadas en principios puritanos, con estrictas normas morales y sociales que gobernaban la vida de sus habitantes.
A pesar de sus contribuciones a la formación de comunidades y valores sólidos, el puritanismo también enfrentó críticas. La rigidez moral y la intolerancia hacia las creencias divergentes generaron tensiones y conflictos en las colonias puritanas.
En última instancia, el puritanismo dejó un legado complejo en la historia. Su énfasis en la moralidad, la autodisciplina y la devoción religiosa influyó profundamente en la formación de la identidad cultural y social de las colonias puritanas, pero también generó desafíos y controversias en el camino hacia la búsqueda de la pureza espiritual.
De una u otra manera, los puritanos se convirtieron en una nueva fuerza conquistadora, al ser un valiente grupo de colonos que se establecieron en las tierras vírgenes y aún salvajes de América del Norte. Y todo esto, aparte de sus creencias religiosas, que fue algo que caló profundamente en aquella nueva sociedad que apenas empezaba a formarse. Llevaron un importante bagaje cultural con ellos, ciertas costumbres y tradiciones que en cierto modo incluso puede decirse que han perdurado hasta nuestros días. ¿Quieres conocer algunas de ellas?
No tenían celebración navideña: El puritanismo buscaba reformar la Iglesia de Inglaterra y, entre otras cosas, poner fin a la interdependencia histórica entre el estado y la iglesia y la abolición de la idolatría. Este fue un punto de vista se hizo muy popular en los años previos a la Guerra Civil Inglesa, cuando el Parlamento cuestionó la idea de que esa orden real fuera transmitida por Dios. Habiendo ganado la guerra y ejecutado a Carlos I, los puritanos se dispusieron a prohibir las fiestas, a cancelar la Navidad y, en general, a ganar su reputación histórica. Sin embargo, la restauración de la monarquía en 1660 cambió sus planes; pero como para entonces los residentes de Nueva Inglaterra estaban bien asentados en sus nuevas vidas y no vieron ninguna razón para abandonar sus principios, no restauraron la Navidad hasta 1681.
Creían en las hadas: En la época en que surgió el puritanismo, la ciencia y la magia a menudo no tenían una línea segura de separación. Así, aunque tenían fuertes creencias religiosas que guiaban cada una de sus decisiones, también creían en lo sobrenatural (incluidas las hadas), como lo hacían todos los beneficiarios de esa tradición cultural en ese momento.
Se comprometían con un dedal: Las joyas no eran algo muy puritano, ni siquiera para bodas. Por lo tanto, un objeto mucho más práctico para simbolizar el hecho de que una joven pareja se comprometiera era la oferta de un dedal del posible novio a su futura esposa .Y ese dedal se usaría bien en la creación de ropa y textiles para el nuevo hogar de la joven pareja…
Les gustaba la bebida: El agua limpia y salubre es algo relativamente moderno, así que los viajeros de largas distancias no tenían már remedio que acudir a otras opciones de bebidas. En consecuencia, el Mayflower se cargó con más cerveza que agua, y la primera comida de Acción de Gracias se sirvió con cerveza, brandy, vino y ginebra. A medida que la colonia avanzaba, los dueños de las tabernas desarrollaron una posición social que era más alta que la de los clérigos locales , aunque las celebraciones públicas y la embriaguez podían acarrear fuertes multas.
Realmente, cuando pensamos en el protestantismo, siempre se nos viene a la cabeza la Reforma, Lutero, el loco y vicioso de Enrique VIII de Inglaterra, los cátaros y toda su historia… Toda una revolución religiosa en Europa que dio lugar al movimiento puritanista unos siglos después, que son los que realmente acabaron por usar ese adjetivo por derecho propio. Pero desde luego, si lo pensamos, todo tiene un sentido mucho más extenso.
Para empezar, el concepto de puritanismo ha cambiado mucho, y al menos ahora, en lo que respecta a España, la palabra ha tomado un sentido que nada tiene que ver con esa rama del protestantismo. Sí que tiene que ver, es cierto, con la religión, de hecho con el cristianismo más rancio y más criticable en los nuevos tiempos, en los que entendemos por puritanas a las mujeres que se atienen a los principios más estrictos de la Iglesia, sobre todo en lo que se refiere al sexo, cómo no. Como digo, esta palabra se ha ido convirtiendo poco a poco en algo peyorativo; con la boca pequeña, se dice que estas chicas y mujeres que en público tienen ideas y comportamientos recatados, en su vida privada son unas auténticas salidas, convirtiéndose en verdaderas bestias en la cama. Si visitas una web como puritanas.com, te darás cuenta de lo que digo: todo son tías liberales que hacen lo que quieren con respecto a su sexualidad, comenzando con su decisión o no de tener sexo gratis, pero son muchas las que consiguen llevarse a todos los maromos a su cama principalmente con su comportamiento «puritano», ¿me sigues?
Pero si nos vamos al principio de todo este jaleo, cuando pensamos que toda esta revolución religiosa comenzó en el siglo XV en Alemania, algo que nos quedaba tan lejos a los españoles se atajó pronto con la creación de la Inquisición, no debemos perdernos en un detalle: mucho antes de todo este lío, ya teníamos protestantes en España. Sí, como lo oyes, no sólo el cristianismo tuvo sus intentos de rebelión y protesta, y no sólo fueron los alemanes y los hombres renacentistas europeos los que pensaron que la religión del momento no era precisamente la que ellos necesitaban. Porque en España, algunos siglos antes, cuando estaba casi prácticamente conquistada por los árabes, hubo un grupo que se negó a dejar atrás sus creencias para abrazar la de los invasores y, al estilo de los romanos y otros pueblos conquistadores, estos últimos decidieron dejar que la siguieran practicando con cierta tranquilidad. ¿De quién estoy hablando? Del pueblo mozárabe, por supuesto.
Realmente, no fue una revolución, ni es que pretendieran cambiar la religión que profesaban (el cristianismo por supuesto) ni la que profesaba el invasor; al menos, no en el sentido en que pensamos, con enfrentamientos y luchas entre unos y otros, que daban como resultado disputas y rencillas que muchas veces acababan trágicamente. Pero se puede decir que los cristianos que vivían en territorio árabe realmente fueron fuertes en su decisión de no abandonar sus creencias, y los islámicos, por su parte, decidieron que no se meterían con ellas de momento. Aunque, no nos engañemos, no es que fueran la creme de la creme de la sociedad, porque de hecho, según las épocas, fueron acosados, marcados, acusados de todos los crímenes inimaginables sin pruebas en la mayoría de los casos, y hasta expulsados de algunas ciudades. Por eso mismo, porque no lo tuvieron fácil, es que merecen una consideración y un recordatorio en nuestra historia.
Y también porque no podemos olvidar la huella que dejaron en nuestro país. Justamente por ser en ocasiones una comunidad acosada y obligada a nutrirse internamente entre sus miembros, crearon todo un estilo de vida, y no sólo eso: el arte mozárabe tiene manifestaciones verdaderamente hermosas, y tuvo una identidad propia. Mezcla entre lo árabe y lo cristiano, su estilo arquitectónico y pictórico se fue desarrollando en su deambulo por tierras españolas, muchas de las cuales fueron repobladas por esta comunidad cuando se las expulsaba de unos y otros lugares.
Así que como ves, el protestantismo tiene una pequeña muestra en la Península Ibérica, que en general puede decirse que fue liberal y muy permisiva con muchas creencias y religiones que existían en ella, a pesar de la multitud de pueblos que pasaron por aquí antes de que acabáramos convirtiéndonos en una nación unida por los Reyes Católicos.
Desde el inicio de la Reforma protestante, no tardaron en aparecer diversas ramas de la nueva fe, que alteraban o adaptaban los preceptos del cristianismo y del propio protestantismo para dar respuesta a su propia versión de su relación con Dios y su iglesia.
Los «puritanos» era un nombre peyorativo que se utilizó por primera vez durante el reinado de la reina Isabel. Estos eran cristianos que querían que la Iglesia de Inglaterra se purificara de cualquier liturgia, ceremonia o práctica que no se encontrara en las Escrituras. La Biblia era su única autoridad, y con estas creencias, creían que se debía aplicar a cada área y nivel de vida.
En Inglaterra, los puritanos habían sido personas de medios e influencia política, pero el rey Carlos no toleraría sus intentos de reformar la Iglesia de Inglaterra. Así, cuando el rey otorgó una carta colonial a la Compañía de la Bahía de Massachusetts, el documento no especificaba que el gobernador y los oficiales de la compañía debían permanecer en Inglaterra. Los accionistas puritanos aprovecharon este silencio y acordaron trasladar a la compañía y todo el gobierno de la colonia a América. Allí tratarían de establecer una comunidad bíblica, una comunidad santa, como un ejemplo para Inglaterra y el mundo.
Primero llegaron los peregrinos en la década de 1620. Fueron seguidos por miles de puritanos en la década de 1630, y estos puritanos dejaron su marca en su nueva tierra, convirtiéndose en la fuerza cristiana más dinámica de las colonias americanas. Aunque eran individuos de fuertes creencias, fe y convicción, los puritanos no eran individualistas. Ellos vinieron a América en grupos, no como pobladores individuales: con frecuencia congregaciones enteras, dirigidas por sus ministros, salieron de Inglaterra y se establecieron juntas en la nueva tierra. Organizaron sus asentamientos en ciudades, con su casa de reunión o la iglesia en el centro de la ciudad. La iglesia era el centro de su comunidad, proporcionando propósito y dirección a sus vidas.
Los puritanos creían que Dios y su adoración eran lo suficientemente importantes como para reservar al menos un día completo de la semana, y los colonos puritanos originales dedicaron con alegría el domingo al Señor. Los sermones eran fundamentales para la vida intelectual de los puritanos, y rara vez tenían menos de una hora de duración. Los tiempos de oración también podrían ser tan largos. Los himnos no estaban permitidos en el culto puritano más antiguo; sólo se cantaron salmos o paráfrasis de otras Escrituras. De acuerdo con sus creencias de que cada área de la vida debe ser moldeada por los principios cristianos, los puritanos vieron toda obra honorable como un medio para glorificar a Dios. Toda la vida era de Dios, y no había distinción entre el trabajo secular y el sagrado. Dios llama a cada persona a una vocación u ocupación particular, y el cristiano debe actuar como un cuidadoso administrador de los talentos y dones que Dios le ha dado.
Compuesto por cientos de denominaciones con una variedad expansiva de doctrinas, rituales y prácticas religiosas, el protestantismo se formó a partir de la ruptura con el catolicismo romano durante la Reforma en el siglo XVI. Liderados por Martín Lutero, Juan Calvino y otros, los reformadores se separaron de la Iglesia Católica Romana debido a sus estructuras fundamentales abusivas y a diferencias teológicas. Su origen se encuentra en lo que en aquel momento era el Sacro Imperio Romano Germánico, la actual Alemania, gobernada por el emperador Carlos V.
La fecha a menudo citada como el comienzo del movimiento protestante es 1517, basada en la fecha del primer acto de disidencia de Martín Lutero: la publicación de sus 95 tesis, criticando las prácticas y enseñanzas católicas romanas. En ese momento, sin embargo, Lutero no tenía la intención de iniciar una nueva tradición cristiana llamada «protestantismo», pero esperaba reformar la Iglesia Católica. El protestantismo como movimiento evolucionó en las décadas posteriores a este acto a medida que las ideas y los argumentos teológicos de Lutero echaron raíces y la Iglesia católica se resistió y los rechazó.
Martín Lutero consideraba que ciertos libros contenidos en la versión católica de la Biblia (basada en la Septuaginta) eran de menor valor al usar el Texto Masorético Hebreo, que también excluía estos libros del canon. Por lo tanto, el Antiguo Testamento protestante contiene 39 libros, mientras que el Antiguo Testamento católico contiene 46 libros e incluye secciones de libros comunes no incluidos por los protestantes. El Nuevo Testamento es el mismo en ambas tradiciones.
Los reformadores se enfrentaron de inmediato a los desafíos. Habiendo argumentado que la escritura es la máxima autoridad en asuntos de creencia y práctica, al elevarla sobre las instituciones humanas (como el papado), los reformadores confiaron en que el mismo Espíritu Santo que creó la escritura llevaría a los elegidos (cristianos salvos) a una correcta interpretación de Sagrada Escritura. La Iglesia Católica Romana predijo que sin la autoridad institucional, la gente no interpretaría correctamente las escrituras y no estaría de acuerdo con lo que significaban las Escrituras, el resultado era cisma y anarquía.
Diferentes denominaciones protestantes han mantenido o rechazado formas de culto católico romano en diversos grados. Las iglesias anglicanas y luteranas han mantenido liturgias y rituales similares a los de la iglesia católica romana, mientras que otras denominaciones, como bautistas, presbiterianos, pentecostales y la Iglesia de Cristo Unida, han desarrollado formas de culto menos litúrgicas. La mayoría de los protestantes practican el bautismo y la comunión como ritos clave de la iniciación cristiana y la devoción continua.
«Lex orandi, lex credendi«, un mantra que desde los primeros tiempos de la Iglesia cristiana ha servido de guía para todos los creyentes, convirtiéndose en uno de sus dogmas más importante. Esta expresión latina quiere decir poco más o menos que aquellos que se expresa en las oraciones es ley de Dios, y debe ser creído también como una ley divina. Así, no se deja paso a especulaciones ni interpretaciones por libre, dejando claro cuáles deben ser los preceptos a seguir para ser profesadores de esta fe, teniendo la oración como principal guía.
Pero, ¡ah!, todos sabemos que esto no fue así durante el transcurso de los siglos, y que la Iglesia se enfrentó a diferentes conflictos debidos al contenido de sus rezos y a las dudas de que realmente fueran palabra de Dios. También se cuestionó la forma en que Dios se comunicaba con el hombre, poniendo en duda que los sacerdotes de mayor o menor rango fueran los únicos que podían hablar en su nombre, e incluso los lugares de culto se extendieron más allá de los templos, con la teoría de que Dios se encontraba en todas partes. Todo esto al principio se consideró herejía, y hay que decir que no fue muy bien tratada por la Iglesia cristiana que se diga; luego, aunque se tardó bastante en aceptarlo, se transformó en protestantismo, e incluso dio lugar a varias corrientes de culto derivados de él.
La historia del protestantismo no es nada fácil; de hecho, vivieron muchos tiempos difíciles, oscuros y hasta sangrientos. Es curioso que una fe que nació predicando el amor al prójimo diera lugar a unos episodios tan dramáticos y terribles como los que les tocó vivir a estos cristianos, que nunca cuestionaron serlo, pero que sin embargo no estaban de acuerdo en la forma en que se practicaba su creencia. Cierto que a veces hubo algún que otro interés poco espiritual, y que en todo el movimiento hubo más de filosofía de gente bien que una verdadera protesta de las bases, pero al fin supieron traer a su lado a un gran número de fieles que también decían estar descontentos. ¡Y así empezó todo!
El puritanismo se originó en Inglaterra en el siglo XVI, pero sus antecedentes son verdaderamente apasionantes; una vez más en la historia, se demuestra que las cosas no suceden por azar. ¿Te gustaría acaso saber un poco más?
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