Realmente, cuando pensamos en el protestantismo, siempre se nos viene a la cabeza la Reforma, Lutero, el loco y vicioso de Enrique VIII de Inglaterra, los cátaros y toda su historia… Toda una revolución religiosa en Europa que dio lugar al movimiento puritanista unos siglos después, que son los que realmente acabaron por usar ese adjetivo por derecho propio. Pero desde luego, si lo pensamos, todo tiene un sentido mucho más extenso.
Para empezar, el concepto de puritanismo ha cambiado mucho, y al menos ahora, en lo que respecta a España, la palabra ha tomado un sentido que nada tiene que ver con esa rama del protestantismo. Sí que tiene que ver, es cierto, con la religión, de hecho con el cristianismo más rancio y más criticable en los nuevos tiempos, en los que entendemos por puritanas a las mujeres que se atienen a los principios más estrictos de la Iglesia, sobre todo en lo que se refiere al sexo, cómo no. Como digo, esta palabra se ha ido convirtiendo poco a poco en algo peyorativo; con la boca pequeña, se dice que estas chicas y mujeres que en público tienen ideas y comportamientos recatados, en su vida privada son unas auténticas salidas, convirtiéndose en verdaderas bestias en la cama. Si visitas una web como puritanas.com, te darás cuenta de lo que digo: todo son tías liberales que hacen lo que quieren con respecto a su sexualidad, comenzando con su decisión o no de tener sexo gratis, pero son muchas las que consiguen llevarse a todos los maromos a su cama principalmente con su comportamiento «puritano», ¿me sigues?
Pero si nos vamos al principio de todo este jaleo, cuando pensamos que toda esta revolución religiosa comenzó en el siglo XV en Alemania, algo que nos quedaba tan lejos a los españoles se atajó pronto con la creación de la Inquisición, no debemos perdernos en un detalle: mucho antes de todo este lío, ya teníamos protestantes en España. Sí, como lo oyes, no sólo el cristianismo tuvo sus intentos de rebelión y protesta, y no sólo fueron los alemanes y los hombres renacentistas europeos los que pensaron que la religión del momento no era precisamente la que ellos necesitaban. Porque en España, algunos siglos antes, cuando estaba casi prácticamente conquistada por los árabes, hubo un grupo que se negó a dejar atrás sus creencias para abrazar la de los invasores y, al estilo de los romanos y otros pueblos conquistadores, estos últimos decidieron dejar que la siguieran practicando con cierta tranquilidad. ¿De quién estoy hablando? Del pueblo mozárabe, por supuesto.
Realmente, no fue una revolución, ni es que pretendieran cambiar la religión que profesaban (el cristianismo por supuesto) ni la que profesaba el invasor; al menos, no en el sentido en que pensamos, con enfrentamientos y luchas entre unos y otros, que daban como resultado disputas y rencillas que muchas veces acababan trágicamente. Pero se puede decir que los cristianos que vivían en territorio árabe realmente fueron fuertes en su decisión de no abandonar sus creencias, y los islámicos, por su parte, decidieron que no se meterían con ellas de momento. Aunque, no nos engañemos, no es que fueran la creme de la creme de la sociedad, porque de hecho, según las épocas, fueron acosados, marcados, acusados de todos los crímenes inimaginables sin pruebas en la mayoría de los casos, y hasta expulsados de algunas ciudades. Por eso mismo, porque no lo tuvieron fácil, es que merecen una consideración y un recordatorio en nuestra historia.
Y también porque no podemos olvidar la huella que dejaron en nuestro país. Justamente por ser en ocasiones una comunidad acosada y obligada a nutrirse internamente entre sus miembros, crearon todo un estilo de vida, y no sólo eso: el arte mozárabe tiene manifestaciones verdaderamente hermosas, y tuvo una identidad propia. Mezcla entre lo árabe y lo cristiano, su estilo arquitectónico y pictórico se fue desarrollando en su deambulo por tierras españolas, muchas de las cuales fueron repobladas por esta comunidad cuando se las expulsaba de unos y otros lugares.
Así que como ves, el protestantismo tiene una pequeña muestra en la Península Ibérica, que en general puede decirse que fue liberal y muy permisiva con muchas creencias y religiones que existían en ella, a pesar de la multitud de pueblos que pasaron por aquí antes de que acabáramos convirtiéndonos en una nación unida por los Reyes Católicos.