«Lex orandi, lex credendi«, un mantra que desde los primeros tiempos de la Iglesia cristiana ha servido de guía para todos los creyentes, convirtiéndose en uno de sus dogmas más importante. Esta expresión latina quiere decir poco más o menos que aquellos que se expresa en las oraciones es ley de Dios, y debe ser creído también como una ley divina. Así, no se deja paso a especulaciones ni interpretaciones por libre, dejando claro cuáles deben ser los preceptos a seguir para ser profesadores de esta fe, teniendo la oración como principal guía.
Pero, ¡ah!, todos sabemos que esto no fue así durante el transcurso de los siglos, y que la Iglesia se enfrentó a diferentes conflictos debidos al contenido de sus rezos y a las dudas de que realmente fueran palabra de Dios. También se cuestionó la forma en que Dios se comunicaba con el hombre, poniendo en duda que los sacerdotes de mayor o menor rango fueran los únicos que podían hablar en su nombre, e incluso los lugares de culto se extendieron más allá de los templos, con la teoría de que Dios se encontraba en todas partes. Todo esto al principio se consideró herejía, y hay que decir que no fue muy bien tratada por la Iglesia cristiana que se diga; luego, aunque se tardó bastante en aceptarlo, se transformó en protestantismo, e incluso dio lugar a varias corrientes de culto derivados de él.
La historia del protestantismo no es nada fácil; de hecho, vivieron muchos tiempos difíciles, oscuros y hasta sangrientos. Es curioso que una fe que nació predicando el amor al prójimo diera lugar a unos episodios tan dramáticos y terribles como los que les tocó vivir a estos cristianos, que nunca cuestionaron serlo, pero que sin embargo no estaban de acuerdo en la forma en que se practicaba su creencia. Cierto que a veces hubo algún que otro interés poco espiritual, y que en todo el movimiento hubo más de filosofía de gente bien que una verdadera protesta de las bases, pero al fin supieron traer a su lado a un gran número de fieles que también decían estar descontentos. ¡Y así empezó todo!
El puritanismo se originó en Inglaterra en el siglo XVI, pero sus antecedentes son verdaderamente apasionantes; una vez más en la historia, se demuestra que las cosas no suceden por azar. ¿Te gustaría acaso saber un poco más?